Nadar después de comer: ¿Realidad o mito?
Todos crecimos rodeados de mitos alrededor de nuestros juegos y diversiones. Así como seguramente nos asustaban con el robachicos o con el dentista, los días en la alberca tenían un mito especial.
¿Por qué nos decían que no podíamos nadar después de comer?
Esto es algo que todos hemos escuchado de nuestras mamás principalmente. Nos decían que debíamos esperar una hora o más terminando de comer.
La razón era que podría ser peligroso, pues nos podía dar un calambre o un dolor abdominal (mejor conocido como dolor de caballo) y, en el peor de los casos, ahogarnos.
De chicos eso implicaba perder hasta una hora de juegos en la alberca o en el mar y era horrible.
Cuando crecimos nos empezamos a preguntar si había algo de cierto detrás de esta creencia o si era un truco de las mamás para que las dejáramos descansar un rato después de la comida.
Seguramente todos los que estamos leyendo esto hemos intentado meternos al agua con el estómago lleno y hemos sobrevivido, aunque siempre que lo hacemos, pensamos en las palabras de nuestras mamás y nadamos con miedo…
Así que decidimos investigar si esto es verdad o es un mito… Y esto fue lo que encontramos:
¿Qué nos dice la ciencia?
Un estudio publicado en 1908 en Scouting for Boys, afirma que si te metes a nadar antes de que tu cuerpo termine de hacer la digestión, puedes sufrir calambres tan dolorosos que te impedirían moverte, haciendo que te ahogaras.
La explicación científica detrás de esto es muy lógica: cuando comemos, nuestro corazón bombea una gran cantidad de sangre a nuestro estómago para llevar a cabo la digestión.
Al momento de comenzar a nadar, la sangre también circula hacia los músculos, y este desvío es lo que podría causar un calambre.
Aunque la explicación suena bastante lógica, no se ha comprobado que esto pueda causar una parálisis del cuerpo que lleve al ahogamiento.
¿Qué pasa si se trata de practicar natación?
Según BBC Mundo, los nadadores profesionales se aseguran de no competir con el estómago lleno, pero sí con la cantidad suficiente de alimento para tener la energía que necesitan para un buen desempeño en la alberca.
La única realidad es que tenemos suficiente sangre para que todas las partes de nuestro cuerpo continúen haciendo sus funciones correctamente.
Incluso, durante el ejercicio, nuestros cuerpos producen adrenalina, la cual ayuda a que el oxígeno llegue a los músculos y evita cualquier tipo de calambres.
¿Y si se trata de refrescarnos, o sólo darse un chapuzón?
Mientras no se trate de nadar distancias enormes o profesionales, los niños están perfectamente a salvo y sin riesgo de ahogarse.
Esto quiere decir que comer no es una excusa para esperar a darse un chapuzón o refrescarse en la alberca. Lo que sí se recomienda es no ingresar al agua demasiado lleno o fatigado.
Entonces, es 100% mito el hecho de que te puedas ahogar si nadas después de comer… Aunque sigue siendo una excelente manera de mantener a los niños fuera de la alberca si quieres descansar un rato.
¿Qué debemos hacer en el caso de que sí exista un calambre?
Los calambres en las extremidades pueden ser un poco dolorosos, pero si te relajas y mantienes la calma se pasan y podrás regresar a nadar con tranquilidad.
Si llegas a sentir un calambre en medio del mar o en una alberca profunda, sólo trata de llevar tu cuerpo a la posición de “muertito” (boca arriba, flotando sobre el agua), relájate y deja que pase.
Lo que jamás debemos hacer es descuidar a los niños dentro del agua para evitar cualquier tipo de accidentes. En este blog podrás encontrar algunos consejos importantes para la seguridad de tus hijos en la alberca.
Si estás cansada y no quieres que tus hijos se metan al agua después de comer, puedes seguir aplicando el mito de los calambres hasta que tengan edad suficiente para cuidarse solos y saber cómo reaccionar ante un calambre.
¡Qué listas hemos sido siempre las mamás!
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